Porque es una etiqueta auto impuesta. Un acuerdo tácito y también explícito que divide a las personas creativas de las que no lo son. Podría decirse que es como una cicatriz o un tatuaje de tinta gruesa impregnado en la propia auto concepción y en verbatims como: “Es que yo no soy creativ@”.
En realidad es un escudo que puede proteger a cualquier individuo de la vergüenza que trae consigo la adultez. ─Es más fácil y conveniente excusarse y decir que uno no es creativo, a que lo pongan a hacer algo que requiera creatividad y sentirse expuesto, desnudo y criticable.
Para muchas personas, etiquetarse como una persona no creativa es como exonerarse de pagar impuestos o eximirse de un examen.
─ ¡Ufff! Yo paso, es que como yo no soy creativ@.
No tener que realizar ninguna labor que requiera de creatividad es colocarse en una zona segura. Una zona en la que no voy a ser sujeto de valoración o crítica por ningún segundo, tercero o cuarto. O en términos biológicos, no me voy a ver sometido ante la posible amenaza de que alguien me devore vivo.
La famosa zona de confort, para mí, es como la zona en la que se puede andar en pijama. Y cuando uno se auto etiqueta como una persona no creativa, se puede andar en pijama todo el tiempo y eso sí que es una delicia.
Ahora bien, resulta que la creatividad es igual que las matemáticas. Si no se aprende y no se practica, no se resuelve. ─Es cierto, las personas tienen más afinidad y talento por una cosa que por la otra─. Pero eso no quiere decir que sea excluyente. De adultos, la creatividad al igual que las matemáticas y cualquier ejercicio o deporte, requiere disciplina. También repetición y estímulos.
Cuando somos niños, el cuento es distinto. Cuando se es niñ@, no hay miedo a equivocarse porque la infancia se trata de eso: prueba y error. Caída, golpe y de nuevo para delante. ─A nadie le importa si te equivocás, porque de hecho es gracioso ver como los niños se equivocan─. Y por eso no hay temor a ser juzgados por los demás, ni mucho menos, por nosotros mismos. Y esto sucede por dos razones. La primera: el cerebro no ha sido sujeto de comparación o crítica por nadie más antes. Y la segunda: el cerebro tampoco ha desarrollado el escudo más grande con el que para bien y para mal, se comparará socialmente con el resto de individuos que lo rodean, por el resto de su vida.
Pero luego viene la escuela, el colegio y de ahí para adelante todo el sistema educativo y social que nos enseña lo malo que es equivocarse y que un individuo, debe ejercer una carrera profesional y un trabajo acorde a sus capacidades y vocación. Punto.
No me tomen a mal. Las vocaciones y las especialidades existen. Pero eso no significa que las personas no puedan aprender y desempeñarse en otras disciplinas diferentes a las que estudiaron cuando tenían veinte años.
Las personas tienen derecho a evolucionar. Y también tienen derecho a quitarse la auto-etiqueta. Pongo un ejemplo personal. En algún momento de mi vida, mi interés giraba alrededor del arte. ─¿Qué tipo de arte? No sé, no me dio tiempo de explorar. Tenía que graduarme y conseguir un trabajo. Así que me guardé las ganas en una bolsa y estudié lo que más se me pareció: publicidad. Treinta y seis materias después y mucha inmadurez de mi parte, empecé a trabajar en la industria publicitaria. Y hoy, dieciocho años después, pienso en retrospectiva: ¿por qué en las agencias creativas hay una división entre las personas creativas y “las que no lo son”? ─Ya sé, obvio, tienen que haber departamentos. Pero digo, no se supone que en una agencia creativa todos deberían intentar ser creativos. O al menos, no llevar un letrero puesto en la frente que diga: “No perdón, eso no es conmigo, es que yo no soy creativ@”. O peor aún: “Las ideas las genera el departamento creativo, usted pídale tiempo al cliente”. Y aquí es donde también sumo al cliente en la conversación: ─¿acaso un cliente no tiene la capacidad de ser creativo?
Eso es lo que nos han hecho creer y eso es lo que nosotros mismos pensamos como una declaración absoluta. “Al pan, pan y al vino, vino”. Y resulta que no.
Sir Ken Robinson en su charla TedX de 2006, Do Schools kill creativity?,dice: “Picasso una vez dijo que todos los niños nacen artistas. El problema es permanecer como un artista mientras se crece”.
Y sí. Porque la creatividad es el resultado de cuando una neurona se conecta con otra por medio de un puente por el cual circula “electricidad”. Y para que una neurona se conecte con otra y esa electricidad formule una idea, hay que estimular al cerebro y estudiar. Las ideas no llegan solas, pero si se estudia, llegan. El cerebro humano está biológicamente diseñado para generar ideas. Así que todos podemos ser creativos. El problema es dejar herrumbrar al cerebro por el miedo al qué dirán.
─Está bien, se vale ser vulnerable─. Se vale porque es un mecanismo de defensa completamente basado y estimulado por el juicio y la comparación voluntaria e involuntaria de los que nos rodean y de nosotros mismos. Pero también se vale ser conscientes de que la creatividad no es algo que se tenga o no se tenga. Simplemente es una disciplina que se construye.
La mejor forma de incursionar, ─o mejor dicho─, de devolverse al mundo de la imaginación y de la creatividad es: leyendo, viendo, buscando insumos, escuchando a otros, escribiendo, conectando, aprendiendo y experimentando, sin temor a equivocarse.
Así que ¡hágale! Si usted es de los que cómo yo,─que en algún momento pensó que se era o no se era creativo─, lo invito a deshacerse de sus prejuicios.
Desaprenda. Practique y ¡quítese la pijama!
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No pensé que el curso lograra sacar el creativo escritor en mí. El abordaje del tema de la creatividad me permitió verlo desde un nuevo punto de vista, abrirme a explorar y terminé escribiendo una historia! Muy chiva curso. Recomendado!
Me encanto la experiencia, fue gratificante, relajante y la disfrute mucho. La recomiendo al 100%.
Mood lifting al 100% ! Me encantó como Gaby explica todo sobre escribir historias y estado de ánimo, y cómo me iba motivando y emocionando para llegar a escribir mi historia.
Mantuvo mi dopamina elevada al máximo, mi oxitocina, al sentir que estaba conectando aunque el curso es online y lo hice sola, mi serotonina por la satisfacción que algo logré escribir. Y por supuesto, endorfinas, tuve que superar mi miedo de darle send a la loquera de historia que escribí 🙂
Pasé la tarde escribiendo mi historia final, y ahora me siento en «el cielo». Descansada , despejada, se siente muy bien liberar las loqueras de la cabeza.
Recomendado para todo el que desee soltar todo, relajarse y divertirse en el proceso.
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